Sin duda, un libro fascinante para todo aquél que quiera acercarse a la verdadera realidad del mundo romano clásico.
La civilización romana clásica ha moldeado nuestra civilización occidental hasta tal punto, que si damos un rápido vistazo a nuestra realidad, podremos ver similitudes casi exactas en ámbitos como el derecho, la organización política y social, las infraestructuras urbanas, los deportes de masas, los gimnasios, las saunas, etc. Sin embargo, la visión más extendida de lo romano ha sido muchas veces deformada por prejuicios vagos que no denotan más que falta real de conocimiento; y así, el concepto ordinario de civilización romana se ha empobrecido sobremanera, hasta el punto de definirla injustamente como una sociedad guerrera, corrupta, hedonista, esclavista, e injusta. Si bien en etapas finales de la civilización romana, algunos de estos defectos resurgieron; nada más alejado de la verdadera esencia de lo meramente romano.
Este libro de Jérôme Carcopino, estudioso de la Antigüedad y sobre todo de la civilización romana, nos saca de todas esas tinieblas y nos acerca, como si fuera el zoom de una cámara retrospectiva a más de 2000 años vista, a la cotidianidad de Roma en el apogeo del Imperio, cuando era la capital del mundo conocido.
El libro se divide en dos partes: una nos habla del marco en el que se desarrolla la vida romana, tanto en el ámbito de lo físico, que tiene su máximo exponente en la ciudad o urbs, como en el de lo moral, hablando de sociedad, matrimonio, familia y derecho; y la segunda nos enseña el empleo del tiempo por parte de la población romana.
En sus páginas veremos como Roma alcanzó en su etapa de mayor apogeo, allá por el siglo I d.C., una población que rebasó con creces el millón de habitantes; ciudad en la que la actividad era incesante, donde el ruido del tráfico de carros era tan intenso, que a veces ni se podía dormir por las noches. También podremos echar un vistazo a cómo eran las viviendas del pueblo romano común, que llegó a vivir en bloques de pisos similares a los de hoy en día -insulae-, llegando a alcanzar los tres y cuatro pisos de altura, pero sin las instalaciones y servicios que el desarrollo tecnológico nos ha dotado últimamente, con lo que la evacuación de desperdicios y basuras se hacía literalmente por las ventanas de dichas edificaciones.
Todo esto es sorprendente, pero a mí lo que más placer me ha dado, y lo que más me ha trasladado a aquella época, es la descripción que se hace en varios capítulos de la segunda parte, de lo que podría ser un día cualquiera en la vida de cualquier romano.
Así, nos explica el autor, los paseos que daban los romanos por su ciudad en parques bellísimos como la explanada del Campo de Marte -con sus cercados de mármol o Saepta Iulia-, el pórtico de Europa, el parque de los Argonautas, el de las Cien Columnas, el de Pompeyo, etc.
O también la muestra de una de las grandes pasiones del pueblo romano en todas las épocas de la Antigüedad Clásica, los juegos de azar. Era tal esta afición, que Juvenal en el siglo II de nuestra era, nos dice: "¿es sólo locura perder 100.000 sestercios (en una partida) y negar una túnica al esclavo que tirita de frío...?"
Y si no, seguro que os sentís identificados con la descripción de toda la actividad que se desarrollaba en las termas, verdaderos centros de ejercicio corporal e intelectual, con sus baños, bibliotecas y gimnasios, donde el aforismo "mens sana in corpore sano" alcanzaba sus mayores cotas. La palabra terma viene del griego, pero la realidad que representa es netamente romana, porque asocia el concepto de la palestra, lugar donde se moldea el cuerpo, con el del baño, donde se purifica.
Por cierto, ¿sabiáis que el moderno término SPA, que tan refinado y anglosajón nos suena, no es más que las siglas latinas de Salus Per Aquam, o salud mediante el agua...? Y acaso, el frigidarium, o sala de agua fría y orientada al norte, el caldarium, o sala caliente orientada al sur, y el tepidarium, o sala tibia ubicada entre las dos anteriores; ¿no os recuerdan a nuestros baños fríos, baños turcos, saunas, y jacuzzis...?
Pues esto y mucho más, lo tenéis en este libro de Ediciones Temas de Hoy, S.A. 1993.
10 comentarios :
Me parece un libro muy interesante y prometedor. Yo me he leído, hace mucho tiempo, el de "La vida cotidiana en Grecia en el siglo de Pericles", que imagino que también te interesaría...
Es curioso y chocante que la contaminación acústica hiciera ya mella en las urbes romanas.
Un saludo
.-CHIRIVEQUE: ¿Cómo no me habría de interesar un libro como el que mencionas...? Si Grecia fue la fuente cultural de la que bebió y se hizo heredera la Roma Clásica...
.-Me lo apunto como pendiente para lectura.
.-Es cierto, el ruido era estruendoso y como digo en el post, a veces ni se podía dormir por las noches, no sólo por el ruido de carros y peatones que trabajaban de madrugada, sino también por la actividad lúdico-marginal que se producía por las noches: juegos, prostitución, etc.
.-Un saludo y nos leemos.
Muy interesante, Andybel. El estudio de la cultura romana es una de mis tantas deudas pendientes. No sabía de dónde venía la palabra SPA, gracias por ilustrarme en eso.
Sigo con las dificultades para comentar...
Saludos desde Argentina!
.-MARTÍN: ¿Qué te pasa exactamente con las dificultades para comentar...? Yo recibo bien tus notas.
.-Saludos y Feliz Navidad.
Sigo sin poder comentar desde Firefox. Cuando aprieto el botón de publicar, la página se refresca pero nada quede realmente publicado. Para poder dejar el comentario anterior y este he tenido que abrir tu blog desde el Internet Explorer.
Yo publico desde el Firefox y no tengo problemas.
.-MARTÍN: He vuelto al sistema tradicional de comentarios; a ver si ahora no sigues con los problemas que me comentabas...
.-Saludos y Feliz Navidad.
Me parece muy buen libro, pues es cierto que el Imperio Romano siempre es representado como un Imperio cruel y tirano, y es que me parece que se lo gano a pulso: mira que invadir varios pueblos y someterlos mediante la violencia, lamentable lo que ocurria (y sigue ocurriendo).
Hace poco vi un documental en History Channel sobre los inventos del Imperio romano, decia que los romanos nunca inventaban nada, sino que mejoraban los inventos de los pueblos que invadian, también menciona que crearon la primera "estación de bomberos" del mundo, además de inventar las primeras lavanderías y los primeros edificios en forma de "departamentos", entre otras cosas.
Un saludo.
.-TEMPLARIO: Gracias por tus aportaciones a este post de "Roma: la vida cotidiana en el apogeo del Imperio".
.-Saludos desde Cosas y Casos de Andybel en España.
Lo estoy leyendo y es fascinante. Los bomberos tuvieron que inventarlos porque los incendios (y los derrumbamientos) de sus edificios de hasta ocho pisos (creo recordar) eran muy frecuentes a causa de la especulación y la mala gestión urbanística (en esto tampoco inventamos nada.
El libro fue publicado en el 1939 y eso hace que algunos comentarios suenen algo desfasados pero, en general, el libro mantiene su vigencia.
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