Zaragoza va a ser el próximo destino turístico de nuestra familia viajera. Así, cuatro componentes de la familia, de los ocho o nueve que son en total, convienen en organizar una singladura a la capital del Ebro. Nuestros amigos son: Adrián, de sesenta y seis años de edad; Miriam, de sesenta y ocho y esposa del anterior; Pedro, de treinta y ocho e hijo de los dos anteriores; e Isabel, de treintaiún años y mujer de Pedro.
Quedan en empezar su excursión a las nueve de la mañana; aunque después acuerdan salir una hora antes ya que el trayecto a Zaragoza tarda unas tres horas en hacerse y todo para aprovechar al máximo el día. Así pues, quedan a las ocho en punto en la cafetería del área de servicio del Llobregat en la autopista AP-2. Llegan primero Isabel y Pedro en su coche; que mientras esperan toman un pequeño desayuno compuesto por bollería recién hecha, café y leche calientes. A los veinte minutos ven venir a Miriam y Adrián que, después de disculparse por el retraso, acuerdan con Isabel y Pedro que sería mejor y más económico el ir con un solo vehículo. Al fin van todos en el coche de Pedro.
Ya en ruta y a medida que se deja atrás la provincia de Barcelona; el paisaje se hace más agreste y con una vegetación menos densa pues vemos que nos vamos adentrando más y más en las comarcas de Lérida que si bien, histórica y culturalmente, tienen grandes lazos de identidad con el resto de Cataluña; en lo que se refiere a su geografía y actividades económicas, se parecen mucho más a sus vecinas tierras de Aragón. Del resto del recorrido solamente cabría mencionar, en primer lugar, el sabroso almuerzo que los Viachán deciden hacer bien adentrados ya en tierras leridanas; a las once menos veinte minutos se detienen para ello y las viandas de su yantar son algunos bocadillos de pan de mantequilla rellenos de jamón y otros embutidos, acompañado todo ello de un poco de vino tinto y unos refrescos. Y en segundo lugar, el paso por debajo del sencillo pero significativo arco del meridiano de Greenwich que nos indica muy a propósito la longitud geográfica 0º y que al traspasarlo vamos del Este al Oeste del globo terráqueo.
Llega un momento en el que el tráfico de vehículos se va haciendo más intenso; lo que nos hace ver que ya nos hallamos muy cerca de la capital maña. Efectivamente, pasados los desvios de los polígonos industriales de la Cogullada y de Malpica, se ve ya la gran masa urbana de edificios de la ciudad baturra que alberga en su seno unas 700.000 almas.
     Es entonces cuando Adrián se dirige a su hijo Pedro y le indica por dónde tiene que desviarse para adentrarse en el corazón de la ciudad.
-Adrián: "Pedro, desvíate ahora por la salida de la Avenida del Pilar y sigue todo recto hasta llegar al puente del Ebro y luego ya te iré indicando..."
En su mención al "puente del Ebro", Adrián se refiere en concreto al puente llamado de Santiago, de moderna construcción, y que antecede, según el curso del río, al puente Romano que como su nombre indica fue construido por los fundadores latinos de la Colonia Caesar Augusta. Pasado el puente, se dirigen por la avenida César Augusto hasta la Puerta del Carmen para cambiar de sentido ya que el aparcamiento subterráneo donde quieren dejar su coche queda en el lado izquierdo, según la marcha, de la avenida nombrada. Una vez en el interior del garaje, estacionan su automóvil en la plaza 171 del segundo nivel.
Ya en el exterior, los Viachán comprueban el gran fresco que hace a pesar de que ya son las doce del mediodía. Van paseando en dirección al Ebro por la Avenida César Augusto y van disfrutando de los bellos edificios que en esta calle principal se encuentran; ejemplos significativos son la fachada del Hotel Avenida y muy especialmente la estructura del Mercado Central que, según Eduardo, vigilante del garaje de las inmediaciones del mercado, tiene ciento cuatro años de antigüedad, su estructura se sustenta en columnas de fundición pintadas de color verde y está pendiente de remodelación para julio de este año ya que su planta sufre deformaciones debido a corrimientos subterráneos.
     Eduardo se pone algo "pesado" y Adrián y Pedro, que se habían entretenido a charlar con él, le dicen que han de continuar su recorido.
-Eduardo: "Yo controlo mucho este garaje pues últimamente andan por aquí dos que no paran de intentar hacérseme dos coches. Pero yo erre que erre detrás de ellos. Si van para una punta, yo ahí detrás; si van pa el lado del Pilar, yo pegaico a ellos como una lapa. Al final mi canso y aviso a la policía y vienen dos de paisano y les digo donde están y lo que hacen hasta que los detienen y se los llevan pa comisaría..."
-Pedro: "Tenemos que seguir que, si no, nos dan las uvas y no vemos nada de la ciudad."
     -Adrián: "Venga, señor. Gracias y hasta luego..."
     -Eduardo: "Hasta luego..."
Isabel, Miriam, Adrián y Pedro continúan paseando por la antigua calle de las Murallas hasta que se detienen en la clásica estatua de César Augusto para hacer una fotografía de recuerdo. Están claros los orígenes fundacionales de Zaragoza por parte de los romanos que vinieron a llamarla "Colonia Caesar Augusta" y que como podéis observar, esta denominación derivó al castellano en Zaragoza.
-Isabel: "¿Os habéis dado cuenta de que hay muchas mujeres con abrigos de piel muy bonitos?"
-Miriam: "Sí, es verdad; las mañicas van muy arregladas..."
Nuestros amigos siguen caminando hasta que llegan a la esperada Plaza del Pilar. Lo que, de momento, más les llama la atención es la imposibilidad de poder apreciar en su totalidad la belleza de todo el edificio pues éste está en restauración muy seguramente con motivo de la próxima celebración de la exposición universal de Zaragoza en el año 2008. La Plaza del Pilar desprende amplitud y grandeza en contraposición con las callejuelas que van a desembocar allí; que si bien son angostas, no por ello dejan entrever su grandeza por la historia y tradición que reflejan. Son las calles Salduba y Danzas entre otras y también la Plaza de César Augusto.
Pasada la sede de los juzgados, el grupo se dirige a la imponente vista del río Ebro, grande, ancho, caudaloso... Les sorprende, sobre todo, el color barroso del río y la belleza de los dos puentes que hay sobre él en ese tramo, a saber, el puente Romano y el de Santiago.
Bien pasado el mediodía y después de haber sido testigos de esa bella postal, nuestros excursionistas se introducen en el templo del Pilar...
     -Pedro: "¿Habéis visto cuánta gente?"
     -Miriam: "En Zaragoza, la gente es muy devota."
Les sorprende la gran afluencia de personas de todas las edades y el ambiente tan social. En cuanto a la arquitectura no se pueden dejar de fijar en los grandes pilares casi cuadrados que sostienen los cimborrios de las cúpulas. Ya cerca de la imagen de Nuestra Señora del Pilar, conocida aquí como "La Pilarica", se agolpan los creyentes y devotos que le dedican sus plegarias y promesas. Los Viachán dan punto y final a su visita al templo dedicando unos cirios a la Virgen con sus correspondientes votos y también recibiendo la comunión todos ellos a excepción de Adrián.
     -Adrián: "¡Bah, yo no comulgo; a mí nunca me han gustado los curas...!"
     -Miriam: "¡Hereje, más que hereje! ¡Hay que ver este hombre, eh, lo hereje que es!"
Al salir del insigne templo, el cielo zaragozano se ha despejado totalmente aunque se mantiene el ambiente frío. Así, el cuarteto se adentra en el casco antiguo dirección a La Seo y a la Plaza de San Bruno no sin antes hacerse unas fotos con la estatua de Goya y la Maja que hay a unos metros del célebre pintor. Francisco de Goya y Lucientes, natural de la maña localidad de Fuendetodos, que plasmó en sus obras los revueltos momentos históricos que le tocaron vivir y que también supo resumir en alguna de sus máximas el verdadero espíritu del arte: "La fantasia abandonada de la razón produce monstruos, pero unida a ella es la madre de las artes."
     Ya en la Plaza de San Bruno pueden disfrutar del mercadillo de pinturas, antigüedades y objetos de recuerdo que hoy domingo allí se ha establecido y todo ello es aderezado con las melodías de Johan Sebastian Bach que dos músicos extranjeros están interpretando en uno de los soportales de la plaza al tañer suavemente su violín y su violón.
Los Viachán ahora no tienen prisa, están a gusto en Zaragoza; se entretienen y pasean lenta y plácidamente por las calles Palafox y Deán. Justo aquí se paran frente a la taberna-bar "Arco del Deán" y es que nuestros amigos ya tienen algo de apetito; pero este local es pequeño y está repleto de gente como suele suceder en Zaragoza a esas horas del mediodía. A propósito, el Deán era una alta dignidad en la villa barroca del siglo XVIII y en la jerarquía eclesiástica de la época ostentaba la jefatura del cabildo de la capital, inmediatamente después del Prelado de Zaragoza.
Siguiendo su deambular, siempre por los alrededores del edificio de La Seo, llegan a dar con el típico establecimiento llamado "El Maño" especializado en frutas de Aragón y objetos aragoneses de recuerdo. Compran, así pues, algunas postalicas de la Virgen del Pilar y tres o cuatro bolsas de "adoquines" que son caramelos muy ricos envueltos en papeles decorados con imágenes de la Virgen del Pilar y con una pareja de mañicos. La curiosidad de estos dulces es que en el interior del envoltorio llevan impresas algunas graciosas palabras relativas a la ciudad maña. Valga a modo de ejemplo la transcripción de las siguientes:
"En cuatro versos pilares
vivió Demetrio Galán:
España, Aragón, la Jota
y la Virgen del Pilar."
"Con la Jota grande de amor,
al Cielo subió a rondar
nuestro Jotero Mayor
a la Virgen del Pilar."
"Enemigo de casarse
era Francisco Quevedo
pero en que llegó a Cetina
a escape picó el anzuelo."
"Que Fuendetodos de Goya
le llamen por ser la cuna
donde nació, para el mundo,
el genio de la Pintura."
"Si quieres ser buena suegra
y de la nuera alabada,
ten la bolsa siempre abierta
y la boca bien cerrada."
"Cuando se muera mi suegra
que la entierren boca abajo,
por si acaso resucita
que se meta más abajo."
"La mujer que lleva pantalones
y fumar su marido la deja,
es un marido de oveja."
"Aunque me veas con otras
no tengas celos de mi,
todas me parecen feas
cuando me acuerdo de ti."
     -Pedro: "¡Tempus fugit, carpe diem, cómo dijeron los fundadores de esta bella ciudad! Ya son las tres y media de la tarde y todavía no hemos comido... Y es que no un día, sino mil años harían falta para conocer todos los rincones de la capital del Pilar..."
Así, con el tiempo que les falta, nuestros amigos se dirigen por la calle Jaime I a la Plaza España donde permanecen un rato en las inmediaciones de la Diputación Provincial observando su fachada. Ya por la calle del Coso deciden hacer un descanso en su exploración y es entonces cuando cogen de nuevo su vehículo para ir al descampado que hay justo enfrente del Club Helios, ya al otro lado del Río por el puente de Santiago. Allí hacen otra comida sencilla y disfrutan de la espléndida vista del Pilar con el Ebro a sus pies. A esa hora de la tarde, los reflejos en el agua le confieren una especial belleza y luminosidad a toda la "pintura" como si fuera un paisaje ideado por Goya.
Estando de acuerdo todos con la propuesta, van de nuevo en coche hasta la Catedral Metropolitana de la Seo del Salvador, más conocida popularmente y de forma sencilla como La Seo. Acceden por la puerta habilitada para las visitas turísticas llamada de San Bartolomé y una vez pagadas las cuatro entradas al recinto, se adentran en el espléndido edificio religioso. La primera impresión que les da es de lujo y la segunda de un gran estado de conservación y restauración.
Y es en ese preciso momento cuando a Adrián se le pasa por la cabeza el proponer la última fase turística de la jornada:
     -Adrián: "Siempre he querido visitar La Seo. ¡Mira que he estado veces en Zaragoza; y por unas cosas u otras, nunca la he podido ver...! Es una de las cosas que no quiero dejar de hacer y hoy es la mejor ocasión."
     -Adrián: "Siempre he querido visitar La Seo. ¡Mira que he estado veces en Zaragoza; y por unas cosas u otras, nunca la he podido ver...! Es una de las cosas que no quiero dejar de hacer y hoy es la mejor ocasión."
Estando de acuerdo todos con la propuesta, van de nuevo en coche hasta la Catedral Metropolitana de la Seo del Salvador, más conocida popularmente y de forma sencilla como La Seo. Acceden por la puerta habilitada para las visitas turísticas llamada de San Bartolomé y una vez pagadas las cuatro entradas al recinto, se adentran en el espléndido edificio religioso. La primera impresión que les da es de lujo y la segunda de un gran estado de conservación y restauración.
El edificio está compuesto de dieciocho capillas dedicadas a diversos santos y vírgenes que sumadas a las cinco dependencias del Atrio de la Pabostría, el Coro, el Órgano, el Cimborrio y el Retablo Mayor, le dan al conjunto un aspecto soberbio. Nuestros amigos se enteran de que visitando La Seo merece la pena ver su exposición de tapices pero desgraciadamente no es posible ya que los domingos permanece cerrada al público. Las ventanas exteriores del edificio de La Seo, estratégicamente colocadas y diseñadas oportunamente, dejan pasar la justa luz zaragozana para que así nuestros visitantes puedan disfrutar de los elegantes colores negro, blanco y tierra que el suelo de noble mármol les ofrece.
     El edificio principal se inició en estilo románico en la segunda mitad del siglo XII, en tiempos del obispo Pedro Tarroja. Más tarde se continuó en estilo gótico y posteriormente a estas tendencias medievales se les unieron otras renacentistas y barrocas.
     -Isabel: "Me parece incluso más bonito y más lujoso el edificio de La Seo que el del Pilar y en cambio es mucho más famoso y popular el segundo que el primero."
Son las seis y pico de la tarde. Poco a poco va cediendo la luz del día a las sombras del invernal atardecer. Las dos parejas quieren reconfortarse tomando alguna bebida caliente y para ello entran en el restaurante "Las Palomas" ubicado en la confluencia de la Plaza del Pilar y la calle Don Jaime I. Nuestros viajantes han vuelto a entrar en calor y así ya piensan en la vuelta a Barcelona.
Y como todas las cosas de este mundo son finitas, también el viaje familiar acaba terminándose. Bien seguro que a los Viachán se les habrá hecho un poco pesado pues realizar seiscientos kilómetros en coche y estar todo un día de aquí para allá no es cosa liviana según le parece al cronista de este viaje; pero mereció la pena y con creces pudiendo ser cierto que Zaragoza es, sin duda, ciudad Cesárea y Augusta donde las haya.
     -Isabel: "Me parece incluso más bonito y más lujoso el edificio de La Seo que el del Pilar y en cambio es mucho más famoso y popular el segundo que el primero."
Son las seis y pico de la tarde. Poco a poco va cediendo la luz del día a las sombras del invernal atardecer. Las dos parejas quieren reconfortarse tomando alguna bebida caliente y para ello entran en el restaurante "Las Palomas" ubicado en la confluencia de la Plaza del Pilar y la calle Don Jaime I. Nuestros viajantes han vuelto a entrar en calor y así ya piensan en la vuelta a Barcelona.
Y como todas las cosas de este mundo son finitas, también el viaje familiar acaba terminándose. Bien seguro que a los Viachán se les habrá hecho un poco pesado pues realizar seiscientos kilómetros en coche y estar todo un día de aquí para allá no es cosa liviana según le parece al cronista de este viaje; pero mereció la pena y con creces pudiendo ser cierto que Zaragoza es, sin duda, ciudad Cesárea y Augusta donde las haya.
¡Hasta pronto Zaragoza!
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