15 abril 2008

Anécdota de piscina

   Una curiosa anécdota ha sucedido hoy en mi sesión diaria de natación, protagonizada por un señor de unos cincuenta y pico años de edad. Estaba finalizando yo uno de mis largos de estilo libre o crol, cuando veo a ese señor tirado en el suelo y retorciéndose de dolor quejumbroso: ¡ay, ay, ay...!

Piscina de mi ciudad
   Lo primero que he pensado al verlo en ese estado de urgencia, es que le estaba dando un ataque al corazón o algo parecido. No lo he dudado ni un momento, he salido de la piscina y le he preguntado que qué le pasaba. El hombre, entre quejas, me ha dicho que le había dado una rampa -así decimos aquí en Cataluña cuando te da un calambre muscular-; entonces yo, le he preguntado en qué lugar y el señor me ha contestado, indicándome con el dedo, que en el gemelo de una de sus piernas. Entonces, le he estirado la pierna y he tirado de los dedos de sus pies hacia su rodilla, preguntándole también, ¿nota alivio?. El señor, plácido, me ha dicho: sí, sí, estoy mejor; pero cuál ha sido mi sorpresa, -y aquí radica la gracia de la anécdota- cuando el hombre me ha comunicado que en la otra pierna también le había dado otra rampa y en el mismo sitio. Yo he maniobrado como lo había hecho con la otra de sus piernas y el hombre ha quedado relajado y muy agradecido.

   Después, se ha acercado la socorrista del club de natación a interesarse y colaborar, cuando el señor nos comentaba que era la primera vez que le daba un calambre; todos, incluido él, nos hemos empezado a reir, sorprendidos de que le hubiera ocurrido por primera vez y encima en las dos piernas a la vez y en la misma zona muscular...

2 comentarios :

Ignigo dijo...

Suerte que ha tenido hasta ahora, yo por desgracia, o por mi mala condición fisica seguramente, he sufrido de estos tirones en más de una ocasión.

Andybel dijo...

A mí me pasa lo mismo, cuando llevo tiempo sin hacer ejercicio, me dan tirones fortísimos... Vaya, que me tengo que tirar la suelo y todo.

No te digo nada, cuando te dan en medio de la piscina, en la zona más profunda, pues toca agarrarse a las boyas, y esperar a que se pase la rampa. Yo, personalmente, aguanto el dolor y no grito; pero este señor estaba retorciéndose de dolor tirado en el recinto que bordea la piscina...

Nos leemos, Ignigo.