10 marzo 2008

Nuevas formas de consumo

   Hace algo menos de una hora hemos asistido a la conferencia "Las Nuevas Formas de Consumo" que se ha desarrollado en el Centre Cultural de Caixaterrassa.

   La conferenciante ha sido Muriel Casals (Profesora del Departamento de Economía y de Historia Económica de la Universitat Autónoma de Barcelona), y el presentador Joan Carles Peris (editor del Telenotícies de cap de setmana de TV3).

   La conferencia ha tenido básicamente dos líneas de reflexión: Por un lado, el consumo como motor de la economía, y por otro, el progreso general de la humanidad que crea nuevas formas de consumo.

   Está claro que hasta la primera mitad del siglo XX el ahorro era una virtud que se oponía al consumo o gasto; de hecho las entidades bancarias premiaban con un interés financiero a aquellas personas que se abstenían de consumir y con ello acumulaban un excedente de dinero para dedicarlo al ahorro. Hoy, eso ha cambiado y el consumo no es sólo una manera de satisfacer nuestras necesidades más perentorias, sino que también se adquiere, con según qué objetos, estatus, prestigio, tranqulidad, seguridad, etc., conformando de esta manera una identidad que respondería a aquel dicho que reza "no es lo que tienes, es lo que eres."

   En las economías maduras postindustriales, ha ganado relevancia el consumo relacionado con el sector servicios. Es éste, un consumo más "virtuoso" desde un punto de vista ecológico pues no genera tantos residuos al no basarse tanto en el objeto material vendido sino en el uso de algo, ya sea cultura o servicio.

   Podríamos mencionar como nuevas formas de consumo actual las tiendas outlets, la compraventa por internet, el consumo de entretenimiento, la compra de objetos a medio fabricar, -como muebles montables de ciertos establecimientos comerciales-, y el consumo de bienes que llevan aparejados con su adquisición la sensación de ciertas emociones (por ejemplo, participar en bolsa por internet).

   Para mí está claro que todo consumo lleva en el fondo una búsqueda, aunque sea inconsciente, de la felicidad. Yo le diría a todo el mundo que no es más feliz el que más tiene, sino el que menos necesita.

   Vosotros, ¿qué decís? ¿Hemos valorado demasiado los objetos materiales? ¿Deberíamos valorar más, por ejemplo, el hablar bien, el ser culto, el ser educado, el ser solidario, etc. etc.? Para, en fin, ¿ser más felices?

4 comentarios :

Ignigo dijo...

Esta claro, por lo menos en mi caso, que somos por naturaleza consumistas, seguramente por la educación que hemos recibido desde pequeños.

Yo la verdad es que no soy de los que disfrutan llendo de tiendas a comprarse ropa o cosas del estilo, pero admito que me gusta estar a la última en cuanto a tecnologia se refiere por ejemplo, y en muchos casos me compro aparatos electronicos, tipo PDA, o la PSP o cosas del estilo que no son más que puros caprichos a los que luego no saco demasiado partido.

Yo no es que valore la vida por lo que se tiene o se deja de tener, todos sabemos que eso no da la felicidad, pero tambien es verdad que en muchos casos ayuda a tener una vida más comoda y en muchos casos agradable.

Podeís estar seguros que yo no voy a ser más feliz que ahora teniendo un flamante BMW en la puerta de mi casa, por supuesto que no, pero si pudiese permitirmelo podeis estar seguros de que disfrutaria de él.

Andybel dijo...

.-IGNIGO: Ya digo que consumimos en función de lo que somos.

.-Yo he enarbolado siempre la bandera del anticonsumismo; pero a raíz de esa conferencia a la que he asistido, me doy cuenta de que aunque no consumo lo que la mayoría, ropa, discos, etc., sí que soy un consumidor nato en lo que se refiere a ocio, restaurantes, viajes, gasto gas-oil como si de agua se tratara, gasto en ordenadores todo lo que puedo y más.

.-O sea, que sí que soy un consumidor nato pero de lo que creo que me hace feliz poseyéndolo. Por eso consumimos en función de lo que somos.

.-Gracias por tu comentario como siempre.

Martín Grosz dijo...

Yo creo que la felicidad no pasa por lo que se tiene, aunque hay un mínimo de cosas que sí debemos tener, usualmente denominadas necesidades básicas. Por ejemplo, si no puedo alimentar a mis hijos, no puedo ser feliz del todo. Quizás allá en España no les ocurra tanto, pero aquí en Latinoamérica hay decenas de millones de personas cuyo ingreso no les alcanza para tener la alimentación mínima necesaria para un desarrollo corporal y mental normal.

Pero, más allá de eso, coincido contigo. Superadas las necesidades básicas, la felicidad tiene poco que ver con el tener.

Saludos desde Caja de Cambios, aquí en Argentina.

Andybel dijo...

.-MARTÍN: Conforme en lo que opinas. Además, creo que cultivarnos como personas intelectiva, cultural, y espiritualmente, es lo que verdaderamente nos hace felices, una vez satisfechas las necesidades básicas.

.-Saludos y gracias por tus comentarios.