Es este un mundo, el del "top manta" que ha ido proliferando a lo largo de estos últimos años. A veces es de risa, el ver cómo estos chicos jóvenes venidos de países tan lejanos y diferentes del nuestro tanto en raza como en cultura, educación, costumbres, etc. se buscan la vida, porque es eso lo que hacen. ¿O acaso se les dan, por nuestras sociedades, otras oportunidades para que puedan integrarse debidamente y trabajar como casi todo el mundo lo hace con un contrato de trabajo medio estable, una nómina y unos derechos laborales y sociales mínimos?
Es esta una sociedad de moral dual e hipócrita en la que se pone a todos estos jóvenes al borde de la desesperación desde el punto de vista de los requisitos que nuestra sociedad les impone para poder trabajar e integrarse en nuestro mundo del modo cómo antes he indicado. Me refiero, claramente, a la cuestión de la pescadilla que se muerde la cola cuando para que puedan integrarse se les pide un trabajo; pero claro, para tener el trabajo hay que tener "papeles". Si no hay papeles no hay trabajo; pero si no hay trabajo tampoco hay papeles. Difícil cuestión de solucionar por nuestras sociedades y más por ellos mismos que indefectiblemente se han de dedicar, pues a eso, al top manta.
¿Que por qué da risa? No por ellos en sí mismos sino porque lo que hacen se podría calificar de trabajo basura desarrollado en condiciones laborales penosas y también por el estado constante de alerta en el que deben de estar; siempre pendientes de la policía administrativa de turno que les persigue según cuando interese más o menos -sino obsérvese que la incautación de objetos a estos muchachos se recrudece en las épocas del año de más consumo de discos, bolsos, películas,etc. como en Navidad y vacaciones de verano-. Y en cambio, en otras ocasiones, esa vigilancia y persecución se relaja llegando casi a la permisividad total.
Al verles por las calles de nuestras ciudades, los comparo a un ejército de pescadores que echan sus redes al agua del asfalto de nuestras calles para lanzar sus cebos de película o música en disco compacto con la intención de que algún "pez-cliente" pique y puedan sacar algo de sustento con el que poder ir tirando ese día o pagar el alquiler del piso patera en el que viven hacinados como animales roedores del inframundo.
Siempre se ha argüido en contra de estos vendedores ambulantes de la calle, que van en contra de los derechos de autor y de la propiedad intelectual; y que la creación artística está en peligro...Así pues, por todo ello, se les ha de erradicar de la calle. También se menciona por parte de las organizaciones de comerciantes que es que les quitan parte de las ganancias de sus negocios. Y digo yo, ¿no será que los unos no ganan tantísimo cómo quieren ganar con la producción y distribución de sus productos artísticos y los otros también pierden clientela porque, precisamente ellos -los top manta-, venden sus productos a precios de miseria y al fin y al cabo el que decide en todos los casos es el mercado y la inexorable ley de la oferta y la demanda, equilibrada en sus devaneos por el precio de los productos que unos y otros ofrecen a los últimos consumidores...?
A mi, desde un punto de vista humano, lo que me dan es pena y cuando los veo por esos rincones siempre vigilantes, me dan gracia y lástima a la vez y por ello siempre tengo un punto de solidaridad y de simpatía hacia ellos. Las sociedades occidentales deberían plantearse seriamente el dilema de las cuestiones que suscitan las actividades de estos seres humanos en la calle; porque si a largo plazo, no se resuelven estas cuestiones, esas mismas sociedades abocaran a todos estos individuos a la marginalidad y la delincuencia. Pero claro, luego es muy bonito y muy vistoso el decir que somos una sociedad de acogida y que debemos de integrar en nuestro seno a todas estas gentes que vienen a nuestras tierras a ganarse la vida y a dignificar las condiciones de vida que tenían anteriormente en sus lugares de origen.
¿Qué pensáis vosotros? ¿Estáis a favor o en contra de estas actividades callejeras?